1. Sal
Es el alimento prohibido para los bebés por excelencia. En realidad, la sal no es buena ni siquiera para los adultos. Pero además, en el caso de los bebés, sus riñones no están lo suficientemente maduros como para procesar grandes cantidades de sodio. Por ello, se recomienda evitar antes de los 12 meses e ir introduciendo sal yodada a partir de esa edad.
Lo ideal es introducir la sal siempre en poca cantidad y cuánto más tarde mejor ya que, si acostumbramos a nuestros hijos a comer con sal, cada vez más desarrollarán una preferencia por los alimentos con sal, lo que repercutirá directa y negativamente en su salud en la edad adulta.
Es importante tener en cuenta, especialmente si os habéis decidido por el BLW, que esta limitación no impide adaptar los platos del bebé al menú de toda la familia. Por ejemplo, si hacéis tortitas o hamburguesas, podéis hacer la mezcla sin sal, apartar un par de porciones para el bebé y luego añadirle una pizca de sal para el resto de la familia. ¡Así de sencillo!
2. Azúcar
¡Ni salero, ni azucarero! Del mismo modo que la sal, el azúcar (especialmente si se toman grandes cantidades) es perjudicial para nuestra salud, también la de los adultos.
De hecho, el consumo excesivo de azúcar puede causar complicaciones graves como sobrepeso obesidad o diabetes, aparte de las famosas caries dentales.
Por ello, la recomendación de la Asociación Española de Pediatría es evitar los azúcares añadidos, los agregados durante el procesamiento, en la dieta de los bebés lactantes.
Retrasar la introducción del azúcar tiene numerosas ventajas. En primer lugar, evitaremos que se su paladar se acostumbre a los alimentos tan dulces y que, en un futuro, tenga tendencia a buscar ese sabor. Además, si educamos a nuestro bebé en la diversidad de los sabores naturales aceptará mejor las verduras y las frutas. ¡El sueño de todas las mamás y papás!
3. Miel
La miel es otro de los alimentos prohibidos para los menores de un año. Aparte de tener una cantidad similar de azúcar que el azúcar blanco, la miel se desaconseja especialmente porque puede contener esporas de una bacteria, Clostridium botulinum, que si germinan en el intestino del bebé pueden provocar botulismo.
Esta bacteria libera una toxina que paraliza los músculos, por lo que los síntomas más frecuentes suelen ser párpados caídos, dificultad para succionar, debilidad muscular y tono muscular deficiente. Además, el bebé puede estar irritable, constipado y hasta tener problemas para respirar.
Como suele desarrollarse en bebés de hasta 6 meses de edad, se recomienda no ofrecerlo durante el primer año de vida. A partir de esa edad, se puede tomar sin problemas ya que disponemos de microorganismos que impiden la proliferación de las esporas de esta bacteria.
4. Frutos secos enteros
Los frutos secos tienen unos beneficios nutricionales muy adecuados para los niños, contienen un gran valor energético y son ricos en proteínas y grasas saludables. Además, no contienen colesterol y su cantidad de fibra contribuye a un correcto tránsito intestinal.
Sin embargo, no se recomiendan en niños menores de 5 años por riesgo de asfixia. De hecho, según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), los frutos secos enteros son la principal causa de atragantamiento en niños de entre uno y cuatro años.
Para que nuestro bebé pueda aprovechar todos los beneficios que le proporcionan los frutos secos de manera totalmente segura, debemos ofrecérselos molidos o triturados.
Hay que tener en cuenta también que los frutos secos son alimentos potencialmente alérgenos, por lo que se recomienda ofrecer durante 3 días, sin introducir ningún alimento nuevo y siempre antes de las 3 de la tarde, para poder detectar a tiempo cualquier reacción como urticaria, conjuntivitis o inflamación de la garganta y de la lengua.
5. Pescados grandes
Pescados grandes como el tiburón, atún rojo, emperador, lucio o pez espada suelen contener grandes cantidades de mercurio. De hecho, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria Nutrición (AESAN) recomienda retrasar su introducción hasta los 10 años de vida del niño por el riesgo de toxicidad ante la presencia de metales pesados tales como el mercurio.
Por el contrario, es muy importante incorporar pescados de tamaño mediado o pequeño en la dieta de nuestro bebé por su alto contenido en Omega 3. Algunos de los pescados que podemos ofrecer son el rape, la merluza, el lenguado o el salmón, aunque en este último existe controversia sobre si es mejor esperar hasta los 9-10 meses.
6. Carne, huevo o pescado poco hecho
Es muy importante que todos los platos que lleven carne, huevo o pescado estén cocinados a más de 70º centígrados. A esa temperatura, los microorganismos patógenos se eliminan y podemos evitar infecciones peligrosas para nuestro bebé como la salmonelosis, la listeria o el anisakis.
Por lo general, se recomienda esperar hasta los 3-5 años antes de ofrecer comida poco hecha. En realidad, el pescado poco cocinado o crudo, como el sushi, no debería consumirse nunca si no ha estado previamente congelado.
7. Verduras y hortalizas de hoja verde
Aunque las verduras y las hortalizas son muy saludables y recomendables para una dieta equilibrada, ya que son una fuente importante de vitaminas y minerales, debemos tener especial precaución con las de hoja verde, como las espinacas, las acelgas o la remolacha. Sus altas cantidades de nitratos pueden provocar una enfermedad que dificulta el transporte de oxígeno, la cianosis.
Esta enfermedad también se conoce con el nombre de Síndrome del bebé azul dado que produce dificultades respiratorias en el bebé que provocan que sus labios y su piel se pongan de color azul.
8. Leche de vaca
Como ya hemos comentado al inicio del post, la leche (materna o de fórmula) sigue siendo el alimento principal de la dieta de nuestro bebé hasta los 12 meses. Tanto la lactancia materna como la artificial, aportan los nutrientes, las proteínas y la grasa que necesita nuestro bebé en esta etapa de su vida.
Por el contrario, la leche de vaca no está pensada para un bebé, sino para un ternero, cuyas necesidades nutritivas son muy distintas a las de nuestro hijo. La leche de vaca tiene altas cantidades de proteínas y grasas que el estómago de nuestro bebé todavía no es capaz de digerir correctamente. Alimentar a un bebé menor de un año con leche de vaca, puede ocasionarle irritación en la pared intestinal.
Además, aunque ambas leches, la materna y la de vaca, contienen una concentración de hierro muy parecida, el bebé no tiene la capacidad de absorber la misma cantidad en la leche de vaca (30%) que en la leche materna (70%) por lo que, sustituir tomas de leche materna por leche de vaca puede provocarle anemia.
Otros alimentos prohibidos para tu bebé
Además de todo lo que hemos comentado en este post, evidentemente también se desaconsejan alimentos superfluos y procesados que no aportan un verdadero valor nutricional y contribuyen al sobrepeso infantil.
Asimismo, se debe evitar el consumo de carnes de caza en menores de 6 años por riesgo a que la carne esté contaminada, generalmente por el plomo de la munición, y causar daños neuronales en el bebé.
Finalmente, las algas y las bebidas de arroz tampoco se recomiendan, ya que contienen altas cantidades de yodo que, a pesar de ser esencial para nuestra salud, un exceso del mismo puede tener consecuencias negativas
Y tú ¿conocías todos los alimentos prohibidos para tu bebé menor de un año? ¡Te leo en comentarios!
Te puede interesar...
9 consejos para empezar a aplicar Montessori en casa
Aquí te comparto 9 consejos para que puedas empezar con la metodología Montessori en casa sin líos, dudas ni informaciones demasiado técnicas.
Cómo elegir el mejor protector solar para tu bebé
¡Se acerca el verano! ¡Disfruta del sol con total seguridad y tranquilidad con estos 6 consejos para elegir el mejor protector solar para tu bebé!
Pingback: 8 cosas que la maternidad me ha enseñado - mumities