Con la llegada de las altas temperaturas, a todos nos entran unas ganas enormes de salir e ir a la playa. Sin embargo, si eres mamá primeriza, probablemente la primera cosa en la que pienses sea: ¿Cómo puedo proteger a mi bebé del sol?
La exposición al sol no solo es agradable sino que además es beneficiosa para nuestra salud. De hecho, a los bebés amamantados se les suele recomendar un suplemento de Vitamina D, vitamina que produce nuestro cuerpo al tomar el sol.
No obstante, todos conocemos las consecuencias perjudiciales que puede tener una exposición prolongada al sol sin las medidas de seguridad adecuadas. En los bebés, estas medidas son todavía más importantes.
De hecho, lo ideal es evitar las horas de mayor exposición al sol, ponerles un gorro o una gorra y usar ropa que cubra la piel del bebé extensamente así como gafas de sol con filtro UVA y UVB.
Y para el resto del cuerpo, ¿le podemos poner crema? La respuesta rápida es que depende.
Lo primero que hay que tener en cuenta es la edad del bebé. A los menores de seis meses no se recomienda que les toque el sol directamente ni poner ninguna crema solar, así que si acabas de tener un bebé o lo tendrás muy cerca de verano, la mejor opción es esperar al año que viene antes de ir a pasar el día en la playa.
A partir de los 6 meses, aunque la recomendación sigue siendo que no les toque directamente el sol, sí les podemos poner crema. Y ahí es donde abrimos la caja de pandora: ¿Qué crema puedo usar para mi bebé? ¿Sirve cualquiera?
Cuando empecé a buscar información sobre qué tipo de crema podía usar para mi bebé de 6 meses, me quedé abrumada con la cantidad de información que encontré. Por eso, hoy os resumo los requisitos básicos que debe cumplir una crema para que la pueda usar un bebé de entre 6 meses y 3 años.
6 tips para elegir el mejor protector solar para tu bebé
1. Filtro físico o mineral de alto espectro
A diferencia de los filtros químicos u orgánicos que sí captan la energía solar, los filtros físicos actúan como una pantalla reflejando y dispersando la radiación.
Dado que la piel no absorbe esta sustancia, los filtros físicos suelen provocar menos alergias y son especialmente recomendables para bebés y personas con pieles sensibles o tendencia a dermatitis.
Sin embargo, tienen un inconveniente: suelen tener una textura espesa que dificulta su extensión por la piel. Aunque a priori esto no parezca un gran inconveniente más allá del aspecto blanquecino que dejan en la piel, pensad en tener que ponerle crema a un bebé que no quiere estarse quieto e intentar esparcirla mientras se mueve sin parar…
El protector debe ser además de alto espectro. Eso significa que debe proteger tanto contra los rayos UVA, que se asocian a los daños de la piel a largo plazo, como contra los rayos UVB, que son los que producen quemaduras en el corto plazo.
2. Evita los parabenos, el alcohol y los perfumes
Hasta hace algunos años ni habíamos escuchado hablar de los parabenos y, de repente, todas las marcas empezaron a anunciar que no los usaban pero, ¿qué son realmente? Los parabenos son compuestos químicos que sirven como conservantes para evitar la reproducción de hongos y bacterias.
Aunque, en principio, su función es benévola, la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) ha publicado varios informes sobre los efectos nocivos que pueden tener. Por ello, su uso está totalmente desaconsejado en las cremas solares infantiles que, además se suelen aplicar con frecuencia.
Por su parte, el alcohol y los perfumes no naturales no son aptos para pieles sensibles como la de un bebé ya que pueden ocasionar irritación o empeorar casos de dermatitis, por lo que tampoco se recomienda usarlos en niños tan pequeños.
3. No debe tener nanopartículas
En el punto 1 hemos visto que uno de los grandes inconvenientes de los filtros físicos es su dificultad para extenderse por la piel. Para solucionarlo, algunos protectores contienen los minerales en forma de nanopartículas y, de este modo, dejan menos blanca la piel y son más fáciles de aplicar.
Sin embargo, la piel sí puede absorber las nanopartículas, por lo que su uso también se desaconseja en bebés tan pequeños. En caso de que un protector solar contenga nanopartículas, estará indicado con la palabra nano en los ingredientes, así que aunque te digan que es de filtro mineral, ¡échale un vistazo al etiquetado siempre!
4. Tiene que ser resistente al agua
Por lo general, los filtros físicos suelen ser menos resistentes al agua que los filtros químicos. La razón es muy sencilla dado que, como su nombre indica, protegen del sol ejerciendo una barrera física que, al desaparecer con el agua, deja de proteger nuestra piel de la radiación solar.
Sin embargo, cada vez hay más protectores solares que ofrecen una resistencia mayor al agua. De todos modos, es importante volver a aplicar crema en cuanto los peques hayan terminado el baño.
5. Evita los protectores con aerosoles
Aunque los protectores con aerosoles (en forma de spray) son muchísimo más cómodos para aplicar en la piel de un bebé que no para de moverse, lo cierto es que los pediatras desaconsejan su uso durante los primeros años de vida.
Existe cierta controversia en cuanto a la seguridad de los protectores con aerosoles, principalmente por las partículas que inhalamos cuando lo aplicamos. Además, los protectores solares en spray son más propensos a meterse en los ojos pudiendo provocar irritabilidad en nuestros peques.
6. Usa un factor de protección solar (FPS) de 50+
El FPS (factor de protección solar) indica el tiempo que tarda la piel protegida en mostrar cierto grado de enrojecimiento en comparación con piel sin protección. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no existe la “pantalla total” y, por ejemplo, una crema solar con FPS 50+ solo frena el 98% de los rayos UV.
Los niños y bebés son uno de los grupos de la población en la que debe extremarse las medidas de fotoprotección. Por ello, se recomienda utilizar cremas solares con un factor de protección muy elevado.
Disfrutar del sol con seguridad
La playa, la montaña, el parque, en definitiva, el aire libre es una gran ocasión para disfrutar de nuestros peques cuando las temperaturas empiezan a subir.
Además, la naturaleza proporciona un ambiente idóneo para estimular a nuestros hijos y poder conectar con ellos para fomentar el vínculo afectivo.
Eso sí, hay que tener en cuenta de que los bebés y los niños son más vulnerables frente a una insolación o a sufrir un golpe de calor y su piel es más propensa a sufrir quemaduras. Por ello, es importante respetar todas las medidas de seguridad que hemos comentado en este post para poder disfrutar del sol y de nuestra familia con total tranquilidad.
Y tú, ¿cómo proteges a tu bebé del sol? ¡Te leo en comentarios
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